miércoles, 21 de junio de 2006

Con el reflujo del océano de la vida

"(...) Mientras recorro las playas que no conozco mientras escucho la
endecha las voces de los hombres y mujeres náufragos mientras aspiro las brisas
impalpables que me asedian mientras el océano, tan misterioso se aproxima a mi
cada vez más yo no soy sino un insignificante madero abandonado por la resaca un
puñado de arena y hojas muertas y me confundo con las arenas y con los restos
del naufragio.Oh! desconcertado, frustrado, humillado hasta el polvo oprimido
por el peso de mi mismo pues me he atrevido a abrir la boca sabiendo ya que en
medio de esa verbosidad cuyos ecos oigo jamás he sospechado qué o quién soy a no
ser que, ante todos mis arrogantes poemas mi yo real esté de pie, impasible,
ileso, no revelado señero, apartado, escarneciéndome con señas y reverencias
burlonamente amables con carcajadas irónicas a cada una de las palabras que he
escrito indicando en silencio estos cantos y, luego, la arena en que asiento mis
pies. Ahora sé que nada he comprendido, ni el objeto más pequeño y qué ningún
hombre puede comprenderlo. La naturaleza está aquí a la vista del mar
aprovechándose de mí para golpearme y para herirme porque me he atrevido a abrir
la boca para cantar. He oído lo que decían los charlatanes sobre el principio y
el fin,
Pero yo no hablo del principio y del fin. Jamás hubo otro principio que el
de ahora, ni más juventud o vejez que las de ahora,
Y nunca habrá otra perfección que la de ahora,
Ni más cielo o infierno que éstos de ahora. Instinto, instinto, instinto.
Siempre el instinto procreando el mundo. Surgen de la sombra los iguales,
opuestos y complementarios, siempre sustancia y crecimiento, siempre sexo,
Siempre una red de identidades, siempre distinciones, siempre la vida
fecundada. De nada vale trabajar con primor; cultos e ignorantes lo saben.
Seguro como lo más seguro, enclavado con plomo en las columnas, abrazado al
poste firme,
Fuerte como un caballo, afectuoso, soberbio, ecléctico,
Yo y este misterio aquí estamos frente a frente. Limpia y tierna es mi
alma, y limpio y tierno es todo lo que no es mi alma,
Si falta uno de los dos, ambos faltan, y lo visible es prueba de lo
invisible,
Hasta que se vuelva invisible y haya de ser probado a su vez. Cada época ha
humillado a las otras enseñando lo mejor y desechando lo peor,
Y yo, como conozco la perfecta justeza y la eterna constancia de las
cosas,
No discuto, me callo, y me voy a bañarme para admirar mi cuerpo. Hermoso es
cada uno de mis órganos y de mis atributos, y los de todo hombre bello y
sano,
Ni una pulgada de mi cuerpo es despreciable, y ni una debe ser menos
conocida que las otras. Me siento satisfecho: miro, bailo, río, canto;
Cuando mi amante compañero de lecho, que ha dormido abrazado a mí toda la
noche, se va con paso quedo al despuntar el alba,
Dejándome cestas cubiertas con lienzos blancos que llenan con su abundancia
mi casa,
Yo las acepto con naturalidad, ¿pues habría de tasarlas hasta el último
céntimo para conocer exactamente el valor de su regalo? ¿Quién anda por ahí
anhelante, místico desnudo? ¿Cómo es que saco fuerzas de la carne que tomo? ¿Qué
es un hombre, realmente? ¿Qué soy yo? ¿Qué vosotros? Cuanto diga que es mío
deberás apropiártelo.
De otra forma, escucharme sería perder tu tiempo. No voy gimoteando a
través de la tierra: Que los meses se pasan, que la tierra es fangosa, miserable
y muy sucia. Gemidos y plegarias serviles son remedios para enfermos e inválidos;
quede el conformarse muy lejos de mi vida,
Yo me pongo el sombrero dentro y fuera de casa. ¿Por qué tengo que orar? ¿Y
adorar y andar con ceremonias? Después de escudriñar en los estratos, de
analizarlo todo, de hablar con los expertos y calcular minucias,
He llegado a saber que el sebo más sabroso va adherido a mis huesos. Me veo
en todos, ninguno es más que yo, ni es menos un grano de cebada. Sé que soy
fuerte y sano,
Todo marcha hacia mí, constantemente,
Todo me escribe y debo descifrar lo que me dice. Sé que soy inmortal. Sé
que mi órbita no podrá ser descrita con compás de artesano,
Que no me perderé como se apaga la espiral que en la sombra traza un niño
con fuego de un carbón encendido. Sé que soy venerable,
Y no fuerzo a mi espíritu a que explique o defienda,
Pues las leyes más fijas nunca piden disculpas (Después de todo no soy más
orgulloso que el cimiento que sustenta mi casa),
Existo como soy, con eso basta,
Y si nadie lo sabe me doy por satisfecho,
Lo mismo que si todos y uno a uno lo saben,
Hay un mundo al que tengo por el mayor de todos, que soy yo y que lo
sabe,
Si llego a mi destino, ya sea hoy ya sea dentro de millones de años,
Puedo aceptarlo ahora o seguir aguardando, con igual alegría. La base donde
apoyo mis pies es de granito,
Me río cuando dicen que puede disolverse,
Porque conozco lo que dura el tiempo".
Walt Whitman

1 comentario:

Gaiar dijo...

Creo que has captado una esencia, princesa mia...