jueves, 29 de noviembre de 2007

Suicidio abanderado

Una bandera atraviesa los pasos de una montaña. Y desde la ciudad todos la miran preguntándose si la perderán. La bandera se aleja y el silencio se apodera de toda la ciudad. La bandera desaparecía a toda velocidad. Las coronas de los reyes se fundían. Y se sublimaba la sal. Aquel punto a lo lejos retomaba su valía. Pero el azul del cielo se tornaba cada vez más de rojo infernal. El oro desterró a la bandera. Y desde el punto más alto se lanzó hacia el mar. El país se quedó sin tiempo. La cultura dejó de hacer amistad. Lo supieron muy tarde, a la hora de callar. La vista se volvió tinieblas. Y con el paro del tiempo, la inmovilidad. El oro siguió en los bolsillos. Y se vieron enterrar. Terminaba la construcción de los sueños. El último cero repicaba la señal. Y es que bandera no es guerra. Es otra cosa muy difícil de valorar. Bandera somos nosotros. Con aquellos que no tienen paz. Bandera es la bonanza. Bandera es solidaridad. Bandera también es el idioma. Y bandera es el andar. Bandera es sonrisa. Bandera no es negatividad. Bandera es lo que es. Y sin embargo hay desprecio. Hay desdén. Hay egoísmo. Hay superficialidad. Hay doble moral. Hay avaricia. Una bandera sueña con el mar.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Quizás

Se sentía como en una pecera. Inferior a los demás. Incapaz de comunicarse. No sabía que en el mundo habían millones que deseaban el encuentro. No sabía que prácticamente nadie está libre de problemas.
Lo abrumaba su soledad. Sonreía con desgano. Pero intentaba regalarla. Intentaba compartir. Buscando siempre una señal. Mirando alrededor por si en algún rincón aparecía la voz que lo sacara de su martirio.
Su futuro en las nubes. Como una puerta a medio cerrar. Lo veía allá, lejos y gris, y temía que un día lloviera para nunca escampar. Por eso también sonreía al cielo. Aparentando ser feliz. Como diciéndole: No, no lluevas, necesito tiempo.
Pero el sabía que nada se puede hacer cuando el cielo decide. Y es el cielo quien determina cómo y cuánto se llueve. No obstante le regalaba su sonrisa. Pensando que a pesar de su pecera él podía gobernar. Quizás tenga razón. Quizás el cielo le de tiempo a levantar.
Nunca se sabe... quizás, quizás, quizás.

jueves, 1 de noviembre de 2007

Almas

Y pasamos a la condensación de las almas. Donde las almas solitarias encuentran finalmente a otras afines y se unen definitivamente formando un solo vuelo. Hasta ese momento eran entes sin tiempo que vagaban en el mas profundo desamparo. Hasta ese momento se preguntaban el porqué de su aparente castigo. No comprendían su condena al invierno. Les tocaba ir de sitio en sitio experimentando la peor de las dimensiones. Pero afortunadamente llegó el día del encuentro. Ese día se acabaron las preguntas. Comprendieron que solo habían vivido un período de aprendizaje. Ya no necesitaban respuestas. Encuentro y condensación dieron lugar a una nueva apariencia. A partir de ese momento observaban a las otras, que parecían tan vitales, y en realidad eran moribundas. El amparo de estas almas era solo en apariencias. Y la supuesta primavera en realidad era de hojas muertas. Esas almas tan felices y tan llenas de pobreza. Esas que no miraban a aquellas otras almas en pena. Que creían que alimentaban a sus crías siempre sedientas. Y se alejaban del mundo porque lo suyo solo eran las cosas buenas. Pobres almas aparentes que viven en noche eterna. Vivan aquellas almas que sufren mientras esperan.