jueves, 7 de junio de 2007

El Loro Controlador

Y andando por el bosque mis dos loros y yo, encontramos frontera en el territorio. Era un loro que volaba a extrema velocidad, en un claro con flores multicolores, parecidas a las de navidad. Tan rápido volaba, que el viento no nos permitía entrar a la maravilla natural. De repente veo a mi loro cantar y al otro recitar. De tal manera que la rima no interfería con la sutil melodía. Y ambos elevaron tanto la voz que al parecer asustaron al loro volador. A mis pies cayó el lorito, y parece que se lastimó. Loro cantor desafinó. Y el loro que repite calló. Enseguida tomé el pinganillo y escuché a mi loro recitador. Comencé a recitar bajito y el lorito caído al poco tiempo se levantó. Ya sabía que era un viejo amigo. Era el que en el colegio dirigía los ejercicios. Los tres loros se abrazaron y volvieron a reírse de aquel lorón payasón. Entonces les propuse recoger flores de diferentes matices. Y las trenzamos en un gran lazo de muchísimos colores. Desde entonces cantamos y saltamos en el trabajo, Loro Controlador nos protege y abanica, disfrutando de la música que acaricia. Y cuando aparece el que gime, y se produce el desafine, inmediatamente mi loro saca su lazo y dibuja el espacio con diferentes trazos. Hasta que con música, poesía y colores, despertamos en el que llora... los amores.

miércoles, 6 de junio de 2007

Por quien merece amor

Te molesta mi amor,
mi amor de juventud,
y mi amor es un arte en virtud.

Te molesta mi amor,
mi amor sin antifaz,
y mi amor es un arte de paz.

Te molesta mi amor,
mi amor de humanidad,
y mi amor es un arte en su edad.

Te molesta mi amor,
mi amor de surtidor,
y mi amor es un arte mayor.

Mi amor
es mi prenda encantada,
es mi extensa morada,
es mi espacio sin fin.

Mi amor
no precisa frontera,
como la primavera
no prefiere jardín.

Mi amor
no es amor de mercado,
porque un amor sangrado
no es amor de lucrar.

Mi amor
es todo cuanto tengo,
si lo niego o lo vendo,
¿para qué respirar?

Mi amor
no es amor de uno sólo,
sino alma de todo
lo que urge sanar.

Mi amor
es un amor de abajo
que el devenir me trajo
para hacerlo empinar.

Mi amor,
el más enamorado,
es del más olvidado
en su antiguo dolor.

Mi amor
abre pecho a la muerte
y despeña su suerte
por un tiempo mejor.

Mi amor,
este amor aguerrido,
es un sol encendido
por quien merece amor.

Silvio Rodríguez

martes, 5 de junio de 2007

Escrituras

El Quijote. ¿Cuantos lo habrán leído si se hubiera escrito hoy? Fausto. ¿Lo hubieran recibido bien? Es anónimo el Cantar del mío Cid. Y anónimos son muchos que hoy no llegan a fin de mes.
Ahora no se sabe ni qué escribir, ni para quién. La rueda del azar premia en este mundo a quien más vende y a quien más se ve. Y el que vende tiene que saber bien qué vende y para quién. Quien tiene el don de ser artista hoy, para vender bien tiene que ir moldeándose a los cánones de quienes le compran.
Porque si se le va el pincel y pinta un trazo del pelo de no se quién, puede que lo acusen de no se qué. Todos nacemos artistas, basta con mirar las antiguas fotografías. Si tienes buena memoria, pues ya tienes la historia.
La historia de lo que fuiste. La historia de lo que pudo ser. La historia de cómo se fue moldeando la buena semilla para ser hoy quien no llega a fin de mes. Y te puedes preguntar: ¿Cómo ha podido ser?
Es simple: El mundo es otra cosa, no es lo que pudiera ser. ¿Será así para siempre? Eso es lo que yo quisiera saber.

lunes, 4 de junio de 2007

Gaviota

Corrían los días de a fines de guerra
y había un soldado regresando intacto:
intacto del frío mortal de la tierra,
intacto de flores de horror en su cuarto.

Elevó los ojos, respiró profundo,
la palabra cielo se hizo en su boca
y como si no hubiera más en el mundo
por el firmamento pasó una gaviota.

Gaviota, gaviota, vals del equilibrio,
cadencia increíble, llamada en el hombro.
Gaviota, gaviota, blancura, delirio,
aire, bailarina, gaviota de asombro.

¿A dónde te marchas, canción de la brisa,
tan rápida, tan detenida?
disparo en la sien y metralla en la risa,
gaviota que pasa y se lleva la vida.

Corrían los días de a fines de guerra,
pasó una gaviota volando, volando
lento, como un tiempo de amor que se cierra,
imperio de ala, de cielo y de cuándo.

Gaviota, gaviota, vals del equilibrio,
cadencia increíble, llamada en el hombro.
Gaviota, gaviota, blancura delirio,
aire y bailarina, gaviota de asombro.

Corrían los días de fines de guerra,
pasó una gaviota volando
y el que anduvo intacto rodó por la tierra:
huérfano, desnudo, herido, sangrando.

Silvio Rodríguez

domingo, 3 de junio de 2007

Extraño mar

Tengo un gato de ojo marino. Su ojo me alumbra el oscuro rincón. El gato me lleva a lo mejor de mi mar. Su ojo tiene hasta siete colores, y los utiliza según la necesidad. El gato se me esconde en sitios de insospechada realidad. Al gato a veces le gusta jugar. Se me pone en las piernas, con la cabeza en mi corazón hace que la penumbra espante a la soledad. El gato se escapa, y me lo encuentro jugando con cucarachas que no se atreve a matar. Casi siempre lo dejo, pues el necesita de su libertad. A pesar de ser gato, a él le gusta el azul de mi mar. Sus ojos se llenan de vitalidad. El ojo mira desde la altura y si cae resulta que no llega a sangrar. Después se le olvida y vuelve a subir. El gato se asusta con los truenos de la tempestad. Y observa conmigo el oleaje del furioso mar. Después en silencio nos vamos a acostar. Su ojo cerrado me impide el color. Y yo cierro los míos, acurrucado en la flor. Mi alma se pierde en la mar de otros gatos. Estimulando los sueños que avivan su olor. Y despiertan pensando en el sueño que hubo. Le dan juego a sus dueños. Y estos propagan a lo lejos el color de otros más. Así funciona el viento. Así funciona el mar. Los gatos de Gaia vinieron para soñar.

sábado, 2 de junio de 2007

Tristes señores

El ruiseñor se niega anidar en la jaula, para que la esclavitud no sea el destino de su cría.

Khalil Gibrán


Y hay ruiseñores que han ido de jaula en jaula, de vida en vida, que han terminado sus días sin poder anidar ni sembrar semillas. Hay ruiseñores que solo cantan para alimentar a sus crías, porque de repente se encuentran en jaulas que les nublan la luz del día. Hay ruiseñores que crecen y luego no pueden volar para engendrar nuevas vidas, porque de tanto crecer se encontraron con los barrotes que antes no veían. Todo esto ocurre porque hay señores que atrapan a ruiseñores en suficiente mayoría, los esclavizan, y les hacen creer que el brillo de los barrotes es más importante que las otras crías.