lunes, 15 de octubre de 2007

Consenso

Si existiera el consenso del despertar... El nuevo día se abriría a una nueva realidad consensuada. Los nuevos pasos se acercarían a un nuevo sitio de felicidad. El diario acontecer tendría como fin el encuentro con aquellos que hoy desconocemos. Aquellos desconocidos con los que tropezamos día a día sin saberlo. Y las manos se estrecharían sin temor. Sabríamos que al final del viaje nos esperan otras manos amigas en vez de la soledad. Se acabarían las prisas y siempre habría alguien dispuesto a ayudarnos en nuestro caminar. La bondad saldría de su lugar agazapado. Y la mirada adquiriría un brillo trascendente para todos. Las faldas serían colorido en vez de sexualidad. En general los vestidos todos. Y la piel sería patrimonio de más de uno, en vez de guardarse solamente para mejores ocasiones. Desaparecería el egoísmo. Y con él los padeceres que trae consigo. El despertar consensuado solo traería un millón de amistades. Traería desayunos en la cama no necesariamente sensuales. Es algo que se me ocurre, imposible, por supuesto, pero ayudaría a ver la hermosura en cada cual. Y veríamos que no es de Jesús el absoluto de la divinidad. El despertar consensuado podría ser la vía de la libertad.

viernes, 5 de octubre de 2007

Confesando

Dije que estas son pequeñas piedras de las que me voy desprendiendo. Son piedras en forma de palabras, pues un día decidí establecer mi propio confesionario y decirle al mundo lo que necesito. Cada piedra adorna mi confesionario, y que cada cual juzgue, según su criterio, la presencia, o impresencia, de mi retablo. Aquí están mis verdades, y toda mi bondad. Aquí están los obstáculos que nunca vencí, las frases que no grité, la seguridad de mi camino. Aquí está mi ventana abierta, para que mis amigos se asomen y tomen el calor de mi hoguera. Aquí están mis historias, buenas o malas, pero mías; las historias de alguien que anda su camino con independencia de las felicidades ajenas. Aquí hay una parte de mi vida, aquí todo se dice con amor, y a veces con el sufrimiento de quien aun no lo ha encontrado. Los quejidos y equivocaciones. Los infantilismos. Una concepción del mundo. Aquí estoy yo. Que me siento en el teclado a decir casi siempre lo que me sale del corazón. Y estaré. Aquí quizás envejezca. Y ojalá no tenga que seguir esperando. Espero que Dios ponga en mi camino aquello que tanto busco. Mi oración en mi confesionario en el que tú estás al otro lado. Es esta, y todas.