martes, 10 de enero de 2006

Una mano

Voy caminando por un sendero, flotando en la niebla. Disfruto de lo que hay a mi alrededor. A lo lejos hay una luz. Intento distinguir la fuente. La luz me llama. Allí pueden estar las respuestas. Aquel debe ser el sitio para crecer. Allí podría vivir mis sueños. En aquel sitio puede estar la meta. Imagino que así será. Me dirijo hacia allí y de repente me encuentro con una pared. Podría atravesarla? Lo intento. De la pared sale un fantasma, me empuja hacia atrás. Me derribo. Los objetivos no son tan fáciles de conseguir. Lo volveré a intentar: atravesar la pared... la atravieso. Continúo por encima de la niebla. Otra pared, la atravieso. Sigo flotando. La luz brilla con más intensidad, la niebla desaparece. Una montaña, enorme, llena de árboles. Descubro en el centro un túnel de yerbas. Meto mis brazos, tengo miedo, miro hacia la luz. Meto todo mi cuerpo y me arrastro poco a poco, una eternidad. Atravieso la tierra, otra vez yerbas. Salgo del túnel, una pared, de cristal, la luz brilla al otro lado. Dudo, intento atravesarla, otra vez el fantasma, no puedo. Hay que atravesarla, ahí sigue mi luz. Tengo que poder. Lo vuelvo a intentar, me ayuda el viento. De repente una mano, busca la mía. La mano amiga.

3 comentarios:

el color del cristal dijo...

La luz está dentro de ti, es tan resplandeciente que me parece mentira que no la veas... ¿o hablas de esa luz?

Vicente Torres dijo...

Me parece que este mes os va a subir mucho la factura eléctrica.
Yo intentaré daros la mano a ambos, es más económico.

Vicente Torres dijo...

Pues ya me he quedado a oscuras. Y no sé hasta qué punto eso puede ser peligroso.