lunes, 18 de septiembre de 2006

El tren de la vida

..La vida no es más que un viaje por tren: repleto de embarques y
desembarques, salpicado de accidentes, sorpresas agradables en algunos
embarques, y profundas tristezas en otros.
Al nacer, nos subimos al tren y
nos encontramos con algunas personas las cuales creemos que siempre estarán con
nosotros en este viaje: nuestros padres.
..Lamentablemente la verdad es otra.
Ellos se bajarán en alguna estación dejándonos huérfanos de su cariño, amistad y
su compañía irreemplazable. No obstante, esto no impide a que se suban otras
personas que nos serán muy especiales.
...Llegan nuestros hermanos, nuestros
amigos y nuestros maravillosos amores. De las personas que toman este tren,
habrá los que lo hagan como un simple paseo, otros que encontrarán solamente
tristeza en el viaje, y habrá otros que circulando por el tren, estarán siempre
listos en ayudar a quien lo necesite.
..Muchos al bajar, dejan una añoranza
permanente; otros pasan tan desapercibidos que ni siquiera nos damos cuenta que
desocuparon el asiento.
..Es curioso constatar que algunos pasajeros, quienes
nos son tan queridos se acomodan en vagones distintos al nuestro. Por lo tanto,
se nos obliga hacer el trayecto separados de ellos. Desde luego, no se nos
impide que durante el viaje, recorramos con dificultad nuestro vagón y lleguemos
a ellos, pero lamentablemente, ya no podremos sentarnos a su lado pues habrá
otra persona ocupando el
asiento.
..No importa, el viaje se hace de este modo; lleno de desafíos, sueños,
fantasías, esperas y despedidas... pero jamás regresos.
..Entonces, hagamos
este viaje de la mejor manera posible. Tratemos de relacionarnos bien con todos
los pasajeros, buscando en cada uno, lo que tengan de mejor.
Recordemos
siempre que en algún momento del trayecto, ellos podrán titubear y probablemente
precisaremos entenderlos ya que nosotros también muchas veces titubearemos, y
habrá alguien que nos comprenda.
El gran misterio, al fin, es que no sabremos
jamás en qué estación bajaremos, mucho menos donde bajarán nuestros compañeros,
ni siquiera el que está sentado en el asiento de al lado.
Me quedo pensando
si cuando baje del tren, sentiré nostalgia.
Creo que sí. Separarme de algunos
amigos de los que me hice en el viaje será dolorido. Dejar a que mis hijos sigan
solitos, será muy triste. Pero me aferro a la esperanza de que, en algún
momento, llegaré a la estación principal y tendré la gran emoción de verlos
llegar con un equipaje que no tenían cuando embarcaron.
Lo que me hará feliz,
será pensar que colaboré con que el equipaje creciera y se hiciera
valioso.
Hagamos con que nuestra estadía en este tren sea tranquila, que haya
valido la pena. Hagamos tanto, para que cuando llegue el momento de desembarcar,
nuestro asiento vacío, deje añoranza y lindos recuerdos a los que en el viaje
permanezcan.

T.C.G

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