martes, 7 de noviembre de 2006

Rareza

Invirtiendo oro en leer estas líneas. No se sabe qué se obtiene a cambio. Segundos preciosos. De este presente. Palabras que ya se conocían, quizás en orden diferente. Oraciones que pretenden ser sinceras.
Quizás estimulan la curiosidad. Curiosidad que dura también su tiempo. Vapor que se disuelve. Terciopelo que envuelve. Extendiendo la mano. Mano que disimula el trabajo. Mano que evita caer con todo el peso.
Mano que merece el descanso. Mano que desea acariciar el agua. Mano que sabe de pétalos y de espinas. Mano que ama. Que ama sin haberlo aprendido. Que ama ahora. Que amará después.
Y el juego de palabras se extiende. No se sabe hasta cuando. Intentando transmitir un estado. Muchos estados. Estados imperfectos. Pero estados posibles y humanos. Oro doblemente invertido. Y todo parece tan raro. Sombras, luz y oscuridad. ¿Como es posible que esto sea humano? Oscuridad, luz y sombras... Inevitablemente humano. ¿Para qué la luz artificial? Debe ser para el engaño.

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