viernes, 10 de noviembre de 2006

Arbol filosofal

Las formas se transformaron en esencia. Y la identidad se recupera. Poco a poco se va perdiendo el prescindible deseo. La necesidad adquiere otro sentido. Se funden alegría y pesar. Se ofrece lo máximo. No se espera recibir nada a cambio. Todo es producto de un gran acuerdo. Firmado en un punto del camino. Hubo rendición. Hubo despedidas. Había indagación vital. En el camino alguien dijo que no eran necesarios los maestros. Y es verdad, si hay maestros pertenecen a otro tiempo. Es el futuro. Será así necesariamente. Llegará un día en que los árboles tendrán suficiente raíz. Llegarán a los manantiales más profundos. Y encontrarán el oro que los alimente. Ese líquido aureo llegará hasta el ápice haciendo resistentes la hojas al otoño, a la nieve y al desierto. Primavera dorada y eterna. Crecerá a lo alto y a lo ancho. Habrá sombra para cobijar a todos los necesitados, a los lentos caracoles, a la sedienta zorra y al conejo miedoso. Tendrá flores eternas para la bella mariposa, para el casi extinto colibrí y para la laboriosa abeja. Sus ramas serán suficientemente fuertes para sostener a la astuta serpiente, a la pacífica paloma y al búho nocturnal. Y me alimentará a mi, a ti, a nosotros. A todos.

1 comentario:

el color del cristal dijo...

Estoy sentada a la sombra de ese árbol, y es maravilloso :)