Observo a los habitantes. Casi siempre llevan consigo aires de tristeza. Me pregunto si saben que estan muy cerca de la verdadera ternura. Y respiro. Pero veo un poco más allá y descubro muerte y guerra. Pero es que acá hay necesidad y egoísmo. Derroche y miseria. Cura y lamento. Viento y cueva. Se necesitarían toneladas de magia. Magia para la luz. Magia para la fuerza. Magia para los sueños. Magia para mi, para ti. Para que nos animemos. Para la alegría de todos. Para la confianza. Es necesario cambiar el presente. Y del presente somos responsable nosotros. Nada más lo haría cambiar. Hay que estar atentos. Y saber donde construír. Un sitio para todos. En el que cada cual ejerza el oficio que sepa hacer. En que si eres distinto aportes lo que otro no puede. Y entonces cumplir con el objetivo. El mas capaz tendrá su premio, y el otro verá premiado su esfuerzo. El más fuerte protegerá al más débil. El pequeño dará su sabiduría. Todos recibirán y darán ternura. Todos convivirán en paz. Y si hay alguno que no comprende, pues se le explicará de mil maneras, pero se evitará que destruya. Habrá que comprender. Quizás me equivoco, quizás el camino es otro, pero alguno tendrá que haber, que nos lleve a un lugar de todos y para todos.
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