domingo, 2 de julio de 2006

Misterio

Si tu alma pura es un broche que para abrirse a la vida quiere
la calma adormecida de las sombras de la noche; si buscas como un abrigo lo más
tranquilo y espeso, para que tu alma y tu beso se encuentren sólo conmigo; y si
temiendo en tus huellas testigos de tus amores, no quieres ver más que flores,
más que montañas y estrellas; yo sé muchas grutas, y una donde podrás en tu
anhelo, ver un pedazo de cielo cuando aparezca la luna. Donde a tu tímido oído
no llegarán otros sones que las tranquilas canciones de algún ruiseñor perdido.
Donde a tu mágico acento y estremecido y de hinojos, veré abrirse ante mis ojos
los mundos del sentimiento. Y donde tu alma y la mía, como una sola estrechadas,
se adormirán embriagdas de amor y melancolía. Ven a esta gruta y en ella yo te
daré mis desvelos, hasta que se hunda en los cielos la luz de la última
estrella. Y antes que el ave temprana su alegre vuelo levante, y entre los
álamos cante la vuelta de la mañana, yo te volveré al abrigo de tu estancia
encantadora, donde el recuerdo de esa hora vendrás a soñar conmigo... Mientras
que yo en el exceso de la pasión que me inspiras iré a soñar que me miras, e iré
a soñar que te beso.
Manuel Acuña

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