martes, 4 de julio de 2006

Candor

Azul... azul... azul estaba el cielo. El hálito quemaste del estío
comenzaba a dorar el terciopelo del prado, en donde se remansa el río. A lo
lejos, el humo de un bohío, tal de una novia el intocado velo, se alza hasta
perderse en el vacío con un ondulante y silencioso vuelo. De pronto me dijiste:
—El amor mío es puro y blando, así como ese río que rueda allá sobre el lejano
suelo— y me miraste al terminar, tranquila, con el alma asomada a tu pupila. Y
estaba azul tu alma como el cielo.
Julio Flórez


Y seguirá siendo azul el cielo. El río continuará su cauce. El humo del bohío seguirá hacia el azul. Y no, no era amor, era al menos cariño, del más puro. Y yo te miraba tranquilo. Y no llegaste a descubrir mi alma. Ahora no quieras saber cuales son mis pensamientos.

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