viernes, 16 de marzo de 2007

Infelicidad

Y se inventó la vacuna contra la reclamación. Se iniciaron campañas de vacunación, todos estaban condenados a verlo todo maravilloso. Ya nadie veía la injusticia. A todos les alcanzaba la comida. Las peleas eran divertidas.
Cada cual a lo suyo en su rincón de felicidad, con independencia de la luz. Todos vivían en el mejor de los mundos. Ya todos hacían bien su trabajo. Nadie reclamaba nada. Y nadie compartía nada.
¿Pero como era posible que las peleas fueran divertidas? ¿Como era posible que hubiera peleas? Quizás alguien no se hubiera vacunado... ¿Será el inventor de la vacuna? ¿Será el inversor en la vacuna? ¿Será el productor de la vacuna? ¿Será el distribuidor de la vacuna? ¿Será el vendedor de la vacuna? ¿Será el que administra el pinchazo feliz? Gaiar, Gaiar, a veces desvarías, "a veces te repites", te dijo una amiga hace unos días... ¿Pero es que a Gaiar quizás le han puesto la vacuna? No, Gaiar solo quiere soñar, pero a veces tiene pesadillas. Gaiar tiene su lenguaje, su simbología, sus metáforas, sus símiles y licencias. A Gaiar a veces hay que entenderlo entre líneas. Pero hoy Gaiar quiere ser claro: No creas en remedios para la felicidad. La felicidad sólo aparece con la verdad. Y la verdad a veces es dura, muy dura. Hay que soportar la prueba del espejo.

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