La pequeña y el pequeño se sentaron a recordar. A conversar contigo. Mientras las nubes lloraban. Te llamaban. No sabían en que tiempo te encontrabas. Pero estaban seguros de que estabas al tanto. Recordaban momentos brillantes y segundos de atardecer. Se preguntaban cuanto habrías necesitado en los instantes oscuros. Y dudaban. Necesitaron que los tranquilizaras. Se tenían que conformar con tu silencio como respuesta. Pactaron seguir caminando. Y las nubes cesaron su llanto. No hacía falta oír la respuesta. Saben que es más importante lograr lo que esperas. Y entonces volverás. Los acariciarás levemente y reirán. Volverán a jugar los tres juntos. Y la luna tranquilizará a las nubes. El cielo volverá a ser azul. El mar perderá su gris. Los pequeños cantarán en esa mañana. Se levantarán. Para la eternidad. Y aunque no sepan donde estás, sentirán que te tienen a su lado. Quizás vuelvan a necesitar alguna respuesta. Y quizás no se conformen con el silencio. Pero saben que todo se resuelve con andar. Y entonces los volverás a acariciar. Sentirán otra vez tu brisa. Se sentirán de nuevo alentados por tu ola. Y los tres sonreirán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario