viernes, 18 de mayo de 2007

Planeta Bisolar

under Construction???



A la memoria de mi tía Marta
que me enseñó a escribir la palabra "peo".
A todos los que me hicieron, me hacen,
y me harán sonreír para que no me ponga "feo".

La Luna alquimista se enamo del maestro Solar. Y al día siguiente del equinoccio nació un planeta tropical. Pero enseguida Luna y Maestro decidieron anular su compromiso orbital.
El planeta creció ideando juegos de palabras, para comunicarse con el absurdo mundo de su poeta Magistral. La Luna, a veces lluviosa, enseñaba a su hijo a través del reino de lo musical.
Y apareció un nuevo asteroide que parecía que quería a la Luna de su planeta apartar. El niño se hizo adulto entre desiertos de arenas y de intoleran
cia ante su forma ingenua de volar. No sabía que traía la raíz de un péndulo infernal.
El planeta vivió en el pecado, en la mentira y en la falsa libertad. Estudiaba sin cesar, quería descubrir la cura para un gran mal. El color de sus alas entorpeció su objetivo, y encontró otro camino ideando una forma oculta de pintar. Su nuevo disfraz le permitió subir a un trampolín, desde allí podía volar hacia una supuesta verdad. Pero al saltar "olvidó" despedirse de aquel que le hacía imaginar.
Fuera de la pecera el planeta no sabía nadar. En el nuevo mundo regían nuevas reglas y a él se le dificultaba remar. Veía cosas que no entendía y perdía las maneras destruyendo lo que le costaba alcanzar.
Continuamente abría cajas de Pandora con inocente afán.
Una mañana quiso quitar la máscara de una aparente artista de la maldad. Y el estruendo lo llevó a la irrealidad de su propia tormenta solar. Después sufrió el invierno, que lo sepultaba en nevadas de impotencia total.
Pasó un tiempo, y buscando un sentido, intentó hacer nuevos amigos, pero su torpeza volvió a tropezar con cierta fría humanidad, que lo regresó a vivir su baile de mesianismo fatal. Y después, otra vez, la profundidad azul del oscuro mar. En sus crisis lo ayudaban su Luna, un Hada, familia y gentiles magos, amigos luceros que le evitaban zozobrar.
Y pasaban águilas, palomas, y gaviotas por la costa, las fuentes y el mar...
Un día a su sueño de ciencias le llegó el final, aún no sabe si tuvo que ver la enfermedad. Su Alquimista, después de una era por momentos lacrimal, fue reclamada por otra constelación estelar. Su maestro ya hacía tiempo se había extinguido en la distancia, le faltó el agua de su manantial.
Y el planeta tuvo que enfrentarse a su imaginada soledad.
Resultó que siendo y sintiendo, con el tiempo, había sembrado semillas de verdadera amistad. Las flores de su oasis lo van ayudando a despertar. Va descubriendo el secreto de la comprensión, del perdón y de las llaves del buen amar.
Ahora, en estados de penumbra, inventa primaveras y otoños de colorido inmortal. Se alimenta con aromas del elíxir de la tranquilidad. Aún sueña con su árbol de ciencia filosofal. Y vive extendiendo hilos de arañas de máxima flexibilidad y enlazando estrellas que amen el arte de la sinceridad. Su objetivo es crear, para todos, una red de sólida-aridad.
El planeta lleva por nombre Gaiar. Se maravilla con todo lo natural, especialmente
al ver al sol y a las nubes pactar. Gaiar sabe que entre amigos y supuestos enemigos hay una realidad que lo va haciendo suavizar. Y siempre agradece a todo el que lo hace resonar. Gaiar intenta que su balanza no se aparte del arcoiris de la felicidad. Y desea que todos sean buenos artistas de la mar, o del amar, da igual ;)

4 comentarios:

Vicente Torres dijo...

Deseo mucha suerte a tu cuento, que tiene mucho sentido. Como dice quien tú sabes, para publicarlo hay que darle a intro, cosa que soléis hacer.

Gaiar dijo...

Bueno Vicente, solo le he dado el intro a la idea inicial, he decidido que el cuento sufrira un proceso de refinacion, con el tiempo y unos cuantos...

Yo te invito que contribuyas, como a todos los que me leen silenciosa o activamente.

Claro, solo pido buena intencion en mantener la idea de la presentacion del envase.

Del contenido ya me encargo yo, como dueño y señor de mis palabras que se llevara el viento, con el tiempo y unos cuantos.

el color del cristal dijo...

Preciosa historia, como la vida misma ;)

Vicente Torres dijo...

Quizá esté lista ya la historia.