sábado, 27 de enero de 2007

Los motivos de mi canto

Por ahora me ocultas tu mirada cristalina. Me ocultas el paisaje de tus ojos. Me ocultas la belleza de tus viajes. Me ocultas la luz de tus estrellas. Me ocultas aquello hermoso que piensas. Me ocultas tu fuente de temores.
Me ocultas la hermosura de tu ser. Me ocultas tus diarias esculturas. Me ocultas el camino de tu encuentro. Me ocultas las maravillas de tus cuadros. Me ocultas tu alma de manantiales. Me ocultas la pasión de tus deseos.
Me ocultas lo sublime de tu existencia. Me ocultas la melodía que creas. Me encierras en lo profundo de tu ausencia. Me ocultas tus abrazos de conciencia. Me ocultas la solución de tus tristezas.
Y te sigo teniendo presente. Porque sé que en ti hay un tesoro para mi. No es un tesoro cualquiera. Es la nave de nuestra paciencia. Es la llave de nuestro origen. Es el camino de mi destino. Es el secreto de tu perla. Ya sé que tienes otra vida. Yo también tengo la mía. Pero quizás necesitamos comprender, que todos estamos solos. Estamos solos a pesar de nuestra presencia.

2 comentarios:

Esther dijo...

Ocultar las cosas, lo que somos,sobre todo ante el ser que amamos o que nos ama, es de lo peor que podemos hacer. Es un absurdo ¿Por qué lo haremos? No lo sé pero, es cierto que es un absurdo, deberíamos dejar ver lo que realmente somos. Yo soy de las que me oculto mucho y es triste no ser capaz de hacer ver a los demás todas las virtudes bonitas que puede haber en tí.

Un beso.

Gaiar dijo...

Estamos de acuerdo, princesa :)