Lo bello te hace feliz. Quisieras hacer de la obra algo tuyo. Y un día decidiste invertir tu tiempo en cultivar algo auténticamente bello para tí. Tropezaste varias veces, caíste y te levantaste. Y si alguien te tendía una mano le diste lo poco que habías logrado conseguir. Cuando los vientos se calmaban retornabas a tu obra. Y volviste a invertir tiempo en tu propia felicidad. Y también te ibas cubriendo de paciencia. Llegaste a creer que tu obra estaba a punto de culminar. Y se la volvió a llevar el furioso huracán. Caíste, y otros duendes volvieron a acudir en tu ayuda. De nuevo a cultivar la paciencia, a recomenzar la obra. Y finalmente, despues de paciencia, caídas y recuperaciones, viste tu obra terminada. Finalmente llegabas a la verdad. Supiste que la felicidad se encuentra con sufrimiento, paciencia y agradecimiento. Y con todo lo otro, lo dulce y lo amargo que encontraste en tu camino. Viste que la verdadera belleza no se encuentra en la obra final. La obra solo indica el fin del camino. Indica el fin de huracanes y tristezas. Cuando descubres tu propia belleza. Ahora te toca hacer el camino de vuelta. A volverte a encontrar contigo mismo, tendiendo tu mano, agradeciendo el agradecimiento. Construyendo felicidad.
1 comentario:
Me haces caer en la trampa de ir a tu blog... :)
Ire temeroso de lo que me pueda encontrar.
Quisiera que sepas que no he podido leer el cuento que me has recomendado: El de Borges sobre la magia.
Pero ten por seguro que lo tengo muy presente, en cuanto lo lea te hare una visita y te comentare.
Ahora voy a ver que ocurrre....
Un abrazo!
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