viernes, 5 de octubre de 2007

Confesando

Dije que estas son pequeñas piedras de las que me voy desprendiendo. Son piedras en forma de palabras, pues un día decidí establecer mi propio confesionario y decirle al mundo lo que necesito. Cada piedra adorna mi confesionario, y que cada cual juzgue, según su criterio, la presencia, o impresencia, de mi retablo. Aquí están mis verdades, y toda mi bondad. Aquí están los obstáculos que nunca vencí, las frases que no grité, la seguridad de mi camino. Aquí está mi ventana abierta, para que mis amigos se asomen y tomen el calor de mi hoguera. Aquí están mis historias, buenas o malas, pero mías; las historias de alguien que anda su camino con independencia de las felicidades ajenas. Aquí hay una parte de mi vida, aquí todo se dice con amor, y a veces con el sufrimiento de quien aun no lo ha encontrado. Los quejidos y equivocaciones. Los infantilismos. Una concepción del mundo. Aquí estoy yo. Que me siento en el teclado a decir casi siempre lo que me sale del corazón. Y estaré. Aquí quizás envejezca. Y ojalá no tenga que seguir esperando. Espero que Dios ponga en mi camino aquello que tanto busco. Mi oración en mi confesionario en el que tú estás al otro lado. Es esta, y todas.

14 comentarios:

Gaiar dijo...

Ah Vicente, no todo el mundo es como tu.

Gaiar dijo...

Ojala cuando nos demos cuanta de que estamos juzgando nos mordamos tanto la lengua que luego cuando lo volvamos a hacer nos duela el recuerdo.

Brujita dijo...

Bastante tenemos con juzgarnos a nosotros mismos, como para tan sólo intentar juzgar a los demás.
Siempre he mantenido aquello de que no hagas a los demás lo que no quieras para ti mismo y a nadie le gusta que se le juzgue gratuitamente.
Besitos

Álvaro dijo...

Precioso texto, reflexivo, pausado y muy sentido.
Saludos

Gaiar dijo...

En mi caso no es que me cueste, es mas bien que la gente no se da tiempo para conocerme, y si, yo necesito tiempo para que me conozcan, no me doy a la primera.

Virginia dijo...

a mi me gusta pensar que cada cosa que aparece en mi camino no "aparece" porque sí. que viene a decir algo, a querer estar ahí.

por eso creo en las historias de los demás, porque tal vez todas las piedras se desprenden de la misma única roca

un beso

Mina Monti dijo...

Cuánta honestidad he leído en este relato. Será que el protagonista desea ecografiar sus palabras?, o es que se ha plantado por fin y ha dicho "Aquí estoy, este soy yo, me muestro a tí tal cual, trasparente", quiéreme así, que yo te espero...

bello.
besos

Roberto Esmoris Lara dijo...

Sigue escribiendo y, como bien dices, confiando en "la proeza de tu sangre". Siempre habrá alguien del otro lado de tu pantalla con la buena actitud de intercambiar emociones, palabras y sueños.
Agradezco el comentario que dejaste en mi casa del mar, en el lejano Atlántico. Un abrazo!
Roberto

Gaiar dijo...

Amigos, a veces es dificil contestar, pues no siempre la sangre es capaz de hacer proezas, y el habla jamas podra sustituir a a sangre.

el color del cristal dijo...

Celebro leerte lleno de fuerza, sin miedo y llegando directamente al corazón, como la preciosa melodía que el niño acaricía en el piano, así es como eres.

Gaiar dijo...

Esta es mi princesa!!!

flor dijo...

Gaiar, qué distinto veo tu espacio!!!

Primero porque está más populoso, jeje, y segundo porque escribís menos seguido. En fin! todos cambiamos...

Como siempre es un placer visitarte. Besote amigo

Gaiar dijo...

Flor, me resulta muy grato verte por aqui, de verdad!

mayteag1963@gmail.com dijo...

Mientras esas piedras no formen un muro imbatible...

Nadie tiene capacidad para juzgar, ni a los demás ni, por supuesto, para uno mismo. Los jueces sólo juzgan cosas de hombres que los mismos hombres han preparado y aún así, detras hay una gran parafernalia para hallar la verdad que nunca es cierta del todo.

Besos.