Poco duró el paraíso. Poco nos duró el remanso. Fue bastante poco el tiempo de claridad. Por suerte llegamos a disfrutar todo lo que pudimos. De repente fui yo el que dió un traspié. Y luego el presentimiento. Y el mundo se abalanzó sobre nosotros. No hubo respuesta a mis preguntas. A ti se te removió la fe. Y tardamos en darnos cuenta. Comenzaba a perderte poco a poco. Al principo nos llenamos de pánico. Hasta que supimos que era o que había pasado. Te me escapabas de las manos. Y después tuviste un respiro. Pero ya había un fallo. Solo quedaba llenarse de paciencia. Y calmar estos momentos de agitación. Pretendiendo hacer como que no pasa nada. Pretendiendo vivir como si todo estuviera igual. Pero es que el tiempo pasa inexorable. Y sabemos que es difícil que esto tenga un buen final. Ayer, repentinamente, no te levantabas. Y desde entonces tengo seca mi garganta. Aquí estoy controlando la furia. Intentando seguir con la frente en alto. Bebiendo de este chorrito de agua. Se me escapa la sonrisa. Y no la encuentro en tu mirada. Quizás se nos acaba la diversión. No se si es el momento de perderte. Pero me juro que a veces siento un chispazo de esperanza.
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