Gaiar, un habitante más de Gaia, planeta azul, como los mares. Planeta donde crecen, en tierra fecunda, las frutas más dulces de toda la galaxia. Frutas que alimentan al resto de sus habitantes. Habitantes que miran al cielo y se hacen preguntas. Gaiar observa, también mira al cielo, y también pregunta. Los ríos son testigos, tienen la experiencia de la montaña, el llano, y lo profundo del mar. Gaiar controla el hielo, se alimenta de las frutas y le teme a la sal. La cuarta dimensión discurre, fluyendo sin parar. Y todas las miradas se dirigen hacia el mismo lugar. Gaiar se inventa sortilegios, quizás aquel lugar no existe, necesita de la luz aquí y ahora. Gaiar soy yo, eres tu y somos nosotros. Disfrutemos de este hechizo sin esperar aplausos, antes de volver a las bambalinas. Gaiar es niño, mujer y hombre. A cada instante suena la campana, hora de tomar la esencia de Gaia, de ponernos la corona, y ejercer nuestra ley. Gaiar obedece los mandamientos: no sufrirás, no temerás, no llores, sé feliz, canta y disfruta. Gaia te premiará con dulces emociones y buenos sentimientos. Y así será hasta los confines de aquella dimensión. Porque Gaia, tu diosa, te protege.
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