En aquel edificio se respiraba un aire limpio. Sus habitantes no sabían del mundo de los ruidos. Las puertas eran de cristal y dejaban ver el interior de cada piso. Cuando una persona necesitaba ayuda siempre algún vecino tenía los recursos necesarios para asistirlo. Reinaban la tranquilidad y la calma. Todos hablaban en voz baja, no sentían la necesidad de subirla. Pero en estos tiempos se enfrentaban a un gran problema. Estaban construyendo al lado un edificio que les iba a robar la luz. Habían visto los planos y se trataba de una rara construcción. Los simientos no eran otra cosa que las raíces más fuertes de los árboles de la ciudad. El nuevo edificio crecería por su propia cuenta. Y devoraría toda la luz. Nuestros vecinos estaban obligados a encontrar inmediatamente una fuente alternativa que les suministrara el precioso combustible. Necesitaban convivir con aquellas raíces antes de que se les marchitara la flor. ¿Qué harían? Pues lo más sencillo: buscar en el interior. Pero entonces tendrían que descifrar el viejo enigma: Superarás a tu amor. Y el tiempo corría. En eso apareció el niño. Levantó sus brazos. Y miró a su alrededor. Rompió su cristal. El inviolable cristal. Y su pequeña luz prendió.
3 comentarios:
Gaiar, ha sido un placer leerte por primera vez. Por la recomendación de nuestra amiga blogger Esther sospechaba que me entusiasmaría con tu blog, que es de verdad precioso. Espero de corazón que no te moleste mi visita...
A veces algo tan delgado como el cristal puede separarnos de la luz. Pareciera que a medida que nos alejamos de la niñez dejamos de ser quienes somos; pasamos de estar desnudos a vertirnos con ropas que combinan con la sociedad pero que nada tienen que ver con nosotros mismos. Me has hecho reflexionar, nada mejor!
Te mando un beso super grande. Me gustaría agregarte a mis favoritos si no te molesta, soy tan despistada que olvidaría visitarte. Ojalá poco a poco podamos conocernos... considero que esta blogósfera es un lugar genia para hacerlo. Estás invitado oficialmente a visitarme, a entrar a mi mundo. Me haría mucha ilusión que lo hicieras... allí me encuentro yo, entera y sincera, fragil y verdadera.
Un saludo enorme!
Gaiar, disculpá que vuelva a pasar, pero quería avisarte que te agregué a mis links. De hoy en adelante te leeré siempre, lo prometo!!
Un beso que nade como peces, llenos de vida, para cruzar el océano y descansar en Madrid. Y el deseo de una amistad pura y genuina...
Flor, por aqui puedes pasar cada vez que quieras, la puerta siempre estara abierta.
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