Eres feliz. Saber no quieras lo que brilla en los ojos humanos. Sonríe tú
como mañana fresca, como tarde colmada en su ocaso. Porque eres eso, sí: la
tarde pura en que a veces yo mojo mis manos, en que a veces yo hundo mi rostro.
¡La tarde pura en su placer dorado! La savia dulce de la primavera, toda la luz
de la tarde en un cántico, sube entonces feliz y presurosa desde tu corazón
hasta mis labios.
Carlos Bousoño
Y yo intento seguirlo siendo. Llevo unos días flotando entre la gente. Sonriendo como si no pasara nada. Me acuesto con la esperanza de que algo cambie al día siguiente. Pero se perfectamente que así siempre son las cosas. No queda otro remedio que aceptarlo. Otro día llegará, de momento me alegra haber vivido la experiencia.
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