"Dale limosna, mujer, que no hay en la vida nada como la pena de ser ciego
en Granada". Según reza la leyenda habita una ninfa en Granada, una ondina que
suspira por cada rincón de la Alhambra. Contó Irving que era rubia de tez de
armiño, muy blanca, y a la Sala de las Ninfas bajo la Sala de la Barca se
adentraba cada noche, el escritor, para escucharla y así relatar esos cuentos
que la ondina le narraba... susurro muy quedo, arrullo de hada... Ella es el
duende que a Dumas, en el mirador de Daraxa, le confió las palabras que dijo
Dios al crearla "Y Dios creo la Alhambra y Granada para cuando se cansara de su
morada" susurro muy quedo, arrullo de hada... Es esa niña de agua, Náyade de
ojos verdes a quien Bécquer le rimaba, la de aroma a azahar y yerba recién
cortada, pan de oro, su pelo lapislázuli, su mirada... Con jazmines y azucenas
la coqueta se engalana, entre líneas de arrayanes, allí esta la hija del agua.
Números y letras mozárabes, cuentos de duendes y hadas, mas esta mujer si que
existe Neptuno quiso engendrarla, que diera yo por quererla que no diera yo por
tocarla... y ella canta a lo lejos, las leyendas de la Alhambra... susurro muy
quedo, arrullo de hada... Esa mujer Nazarí, esa princesa y Sultana, es la mujer
que yo quiero, Ella es, mi Granada..
lunes, 26 de junio de 2006
A Miguel Angel le gustó mucho
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