Estaba en el bosque y oí un susurro, pero me quedo tranquilo. Si me pongo a seguir cada susurro que oigo le doy la vuelta al mundo sin encontrar la fuente. El mundo está lleno de susurros, hay susurros que duelen al oído y otros agradables. Hay susurros verdaderos y otros que son un engaño. Hay susurros que durarán siempre y otros acaban apenas empezar. Algunos apenas existen. Todos emitimos nuestro susurro particular. El susurro que emite cada uno depende de su realidad. Hay quienes piensan que su susurro es el único verdadero, y que el de los demás es falso. Por eso hay quien quiere susurrar por encima de los demás. Lo cierto es que el oído del mundo está presto para todos. El oído clasifica y concluye. El oído sabe de donde proviene la verdad. El oído sabe de donde proceden los sonidos que quieren opacar a los demás, es experto en hacer ese tipo de distinciones. Aprecia los susurros sin voz, los analiza, con ellos se siente mimado, son los que más le llegan al corazón. El oído necesita de ese tipo de susurro, lo alimentan, son los susurros verdaderos, el oído se siente acariciado. Por eso el oído puede distinguirlos de entre todo el entramado.
1 comentario:
El tuyo es un susurro suave y tranquilo, como el que se escucha desde la playa de un mar en calma.
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