Al final del día ha aparecido el ánimo. Todo ha valido la pena. Todo ha sido para mi bien. Aprendo la lección. Y recobro la confianza. La próxima vez me reiré. No tiene sentido agobiarse. No vale la pena.
No apuesto por ninguno de ellos. Para qué jugársela por gente que no vale la pena. Comienza de nuevo un período de reflexión. Una gira por mis pensamientos. En definitiva tengo un nosotros y ellos están del otro lado. Reírme con lo que digan. Hacerle caso a los buenos amigos. Las cosas así irán mejor. Simplemente ignorar. No darle vueltas a la cabeza. Y los días no se nublarán más. Así se pasa mejor. Repetirme mil veces que no estoy solo. Precisamente hoy hacen 35 años que diviso el mundo. Y he aprendido a vivir mejor en sueños. Abrir los ojos y seguir soñando. Y tu sigues ahí, fiel como el primer día. Hoy me hiciste mucho bien. Por eso te brindo lo mejor. Debo aprender del sonido de la alegría. Es eso lo que debo cuidar. Mirar la verdad y cuidarla también. Sólo dejar acercar a quien vale la pena. Sólo caminar por el buen camino. Inocente como un niño, eso a veces soy. Que tontería...
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