Chasqueaban. Y al mismo compás sus ojos se iluminaban. Rostro de apariencia serena. Su vida y las otras se presentaban ante ella impasible. Todo al compás de los chasquidos. Luego el abanico de cartas le mostraba un retazo de la verdad.
Unos dicen que no es posible. Y ella no sabe qué contestar. Ella solo regala. Y casi siempre felicidad. Sin embargo, no hay carta que le indique donde está el lugar. El lugar de su propio sitio, el lugar de su propia paz.
Al compás de los chasquidos ella espanta la soledad. La soledad de las otras caras. Caras de otro decursar. Es que me gustaría saberlo. Saber donde es que se puede hallar. Hallar el sitio de esos ojos.
Ojos llenos de humildad. Ojos que no me mostraron todo lo que hay detrás. Ojos que como hojas también tienen su envés. La despedía sonó a son de última vez. Y yo no pude ocultar a quien me lo había dicho en otro tiempo, aquel otro querer.
Chasquidos que iluminan ojos llenos de intensa miel...
1 comentario:
Veo que te enamoró... y es que no podía ser de otra forma, es absolutamente adorable.
Espero que lo lea, le encantará :)
besos :*
Publicar un comentario