
Dije que estas son pequeñas piedras de las que me voy desprendiendo. Son piedras en forma de palabras, pues un día decidí establecer mi propio confesionario y decirle al mundo lo que necesito. Cada piedra adorna mi confesionario, y que cada cual juzgue, según su criterio, la presencia, o
impresencia, de mi retablo. Aquí están mis verdades, y toda mi bondad. Aquí están los obstáculos que nunca vencí, las frases que no grité, la seguridad de mi camino. Aquí está mi ventana abierta, para que mis amigos se asomen y tomen el calor de mi hoguera. Aquí están mis historias, buenas o malas, pero mías; las historias de alguien que anda su camino con independencia de las felicidades ajenas. Aquí hay una parte de mi vida, aquí todo se dice con amor, y a veces con el sufrimiento de quien aun no lo ha encontrado. Los quejidos y equivocaciones. Los
infantilismos. Una concepción del mundo. Aquí estoy yo. Que me siento en el teclado a decir casi siempre lo que me sale del corazón. Y estaré. Aquí quizás envejezca. Y ojalá no tenga que seguir esperando. Espero que Dios ponga en mi camino aquello que tanto busco. Mi oración en mi confesionario en el que tú estás al otro lado. Es esta, y todas.