El color negro quería escuchar. Quería oír aquel sonido que iluminara su ceguera. El color negro quería un punto de luz en su interior. Quería saber de ese punto para poder soñar. Y quería despertar siendo precisamente ese punto.
Quería el cambio definitivo. El color negro quería un sonido en un punto blanco. Quería ese punto sonoro para poderse comunicar con el resto de los colores. El color negro quería el cambio. Quería saber reír.
Reír y ver además. Ver la causa de su absoluta tristeza. Quería ver si llegaba el punto blanco que lo llevara a la esperanza. El color negro quería una oportunidad. Quería correr hacia el sitio en que los colores ruedan sin cesar.
Quería formar parte de la cadena de cinco y ser seis que significaran algo. Pero no sabía ni siquiera del ir y venir. No podía saber ni siquiera donde estaba. El color negro radica donde se encuentra la desesperanza.
Y la desesperanza está en rincones de los que a veces no queremos ni saber, pobre color negro.
Reír y ver además. Ver la causa de su absoluta tristeza. Quería ver si llegaba el punto blanco que lo llevara a la esperanza. El color negro quería una oportunidad. Quería correr hacia el sitio en que los colores ruedan sin cesar.
Quería formar parte de la cadena de cinco y ser seis que significaran algo. Pero no sabía ni siquiera del ir y venir. No podía saber ni siquiera donde estaba. El color negro radica donde se encuentra la desesperanza.
Y la desesperanza está en rincones de los que a veces no queremos ni saber, pobre color negro.